Un río llamado Tierra
De mi parte te enviaría versos de colores en una carta, pero no creo que te gusten.
Me han dicho que los textos de concreto son la moda; que andar de arriba para abajo en un camino de piedra resulta más conveniente.
Pero me rehúso.
Estoy dispuesto a llevarte por el mejor malecón de arena, de un solo color, para que juguemos rayuela en las paredes y nuestras cabezas cuelguen junto a los faros.
Atravesaremos rascacielos gigantes que solo yo he conocido, para contarte lo que sentí allí unos meses atrás, solo, en el mar, con risas desconocidas y mis pertenencias inundadas de arena.
Irías con el traje rojo del que nunca me contaste, pero que intuí que tenías. Tu mirada gatuna en la playa combinaría mejor que la puesta del sol a mis espaldas.
No habría llamadas en esperas ni días siguientes. Lo que habría es un atardecer infinito, como el de aquella película de la pareja que se sueña en los rieles del ferrocarril.
Pero nuestras líneas del tren son de palmas, de risas. Las mismas risas que conocí en mi cumpleaños. Las mismas risas que confundí con una tierra prometida.
En esta playa sí se vale porque estamos del otro lado de la Tierra. Nuestro idioma es otro, y nuestras reglas comunes están prohibidas aquí.
Así que no se vale pensar en lo que nos espera del otro lado del río. En esta latitud no hay nadie más parecido a nosotros que nosotros mismos.
En la arena, jugamos la rayuela imaginaria. Nos revolcamos como niños y nos tiramos en los ojos puñaladas de playa.
Nos duele y reímos. Luego el agua nos lavará.
Nadie más nos entiende. Primero, porque nuestra lengua es otra. Segundo, porque esto no es correcto.
Nuestras risas son una burla al destino, pero el destino no sabe de estas tierras.
Están muy lejos de nuestra brújula terrenal. Nos hemos perdido en un limbo del espacio.
Lamento si no querías venir, pero deseé traerte. Lo que pasa del otro lado del río me quema vivo.
El agua de este lado de la Tierra es ficticia, pero me sana. Me deja en bucle el más hermoso atardecer que mi cuerpo ha vibrado.
Y aunque todo lo real suceda en las lejanas tierras de tus vivencias, siento aquí con vos que estoy en el centro del mundo.