#plotober 12: wikileaks y Federico Fellini

Jorge Arturo Mora
4 min readOct 13, 2017

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En mi mente, quería evitar escribir de noche estas entradas, tanto así que me propuse escribir en contrarreloj el texto de hoy, justo antes de entrar a clases, pero la resequedad del cerebro apareció y ni una gota de inspiración decente apareció, así que acá estoy, de nuevo, a las diez de la noche, a punto de improvisar.

Premisa del día 12 de octubre: “recibes por error un correo de Wikileaks”

Federico era el único muchacho de todo el liceo que aún tenía correo en hotmail. Sus compañeros se burlaban apenas surgía la oportunidad. Hasta su madre lo molestaba inocentemente en su casa cuando lo veía accesar a la azul interfaz que solo él apreciaba.

Era un incomprendido. Siempre lo había sido. Su correo, federicofellini@hotmail.com, era la causa de risas en cada curso que llevaba.

El destino parecía jugarle positivamente cuando, por primera vez, recibió un correo proveniente de otro destinatario que también usaba el mismo servidor.

A la derecha de su bandeja de entrada se leía:

¡Mensaje nuevo de W. Ikil Eaks!

¡Al fin! Había otra persona en este universo que apreciaba las bondades de un correo electrónico prácticamente obsoleto.

Federico no pudo soportar la felicidad y abrió de inmediato el mensaje, que decía lo siguiente:

Buenas tardes. ¡Gracias por abrir nuestro correo! Ya que hemos notado que usted es la única persona de la capital en utilizar el servidor de hotmail, hemos decidido usar nuestra capacidad de viajes temporales para traerle una excelente noticia: ¡en dos días, usted conocerá al amor de su vida!

Federico comenzó a sudar. La noticia le provocó ansiedad.

Cerró el buzón de mensajes y se acostó en su cama. Con la mirada fija en el cielo raso, comenzó a cuestionarse: ¿será esto real? ¿Este será mi destino?

Su mente no podía darme. Giraba y giraba en pensamientos sobre el amor de su vida. ¿Cómo sería la pareja perfecta?

“No, esto no puede ser cierto” se dijo. “Si esto es cierto, voy a retar a mi destino. No saldré de mi casa en dos días. Si el amor de mi vida me espera, vendrá hasta mí”.

Así se lo propuso. Para cumplir su promesa, debía encontrar la manera en la que su madre lo dejara en su cuarto durante dos días.

Sin más escapatoria, Federico revisó su cuarto. Tenía dos opciones: enfermarse o quebrarse. Descartó la segunda al pensar que una fractura lo enviaría inevitablemente al hospital, así que procedió a intoxicarse con lo que fuese posible.

Federico revisó incansablemente la habitación hasta cansarse. No había nada con qué despedazar su cuerpo.

De repente, Federico sintió ganas de “dar del cuerpo”, como él le llamaba al acto de defecar. Fue hasta el inodoro y se sentó. Su cabeza daba vueltas. Pensaba y pensaba…

Cuando fue a limpiarse, un rayo de luz ingresó por la ventana e iluminó su mente. Ya tenía una idea: en el baño de su cuarto, había suficiente papel higiénico como para atiborrar su estómago de contaminantes dañinos y permanecer en cama.

Con el trasero en el retrete, Federico comenzó a devorarse el rollo de papel higiénico. Después se dio cuenta que no se había limpiado, así que vomitó un poco de lo que se había comido, se limpió y procedió a buscar más papel en la casa.

Bajó hasta el baño del cuarto de sus padres y robó seis rollos que no tardó en devorarse. Una vez que consideró que era suficiente papel, se largó a su cuarto a esperar que la contaminación en su estómago sucediera.

Esa misma noche, a las 22:00, Federico cayó en el sueño más profundo que había tenido. Los rollos de papel higiénico que había devorado fueron tantos que su estómago no dio abasto. El cuerpo deshizo el papel higiénico en trozos para que fuera transportado por la sangre.

Lastimosamente, la cantidad exagerada de papel higiénico consumida lo envió a un estado de coma que permitía una permanente condición de creación de sueños.

Mientras cayó en su perenne estado onírico, el amor de su vida nunca apareció. El correo claramente decía: “ya que hemos notado que usted es la única persona de la capital en utilizar el servidor de hotmail” y Federico vivía en Rímini, una provincia del norte de Italia.

Una vez que Federico adquirió lucidez en uno de sus sueños producidos durante el coma, decidió que sería cineasta. En su terrible estado, Federico Fellini fue feliz porque se convirtió en uno de los mejores autores audiovisuales de todos los tiempos. Todo lo que no sucedió en su vida como perdedor tan siquiera era recordado en su perfecta fantasía.

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Jorge Arturo Mora
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Written by Jorge Arturo Mora

Escribo, escucho y veo para seguir escribiendo.

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